martes, 19 de julio de 2011

Hybaráqui

En una isla recientemente colonizada se descubrió que a sus habitantes les es casi imposible comunicarse con nosotros (la cultura globalizada) por culpa de sus extraños hábitos lingüísticos. Se trata de los aborígenes de Hybaráqui, los baraquíes. El distinguido antropófilo João Da Cabeça cree poder explicarlo.
"Estaríamos frente a una costumbre que se remonta a una vieja ceremonia folclórica". Da Cabeça observó que durante las conversaciones nunca se hablan a la vez, sino que se van alternando ordenadamente a través de un sistema ético complejo que consiste en empezar la conversación con una premisa y con una seña "pasar" la palabra a otra persona; ésta responde una breve opinión y le da la palabra a otra persona que no haya hablado, con la misma seña. Si el que no habló no tiene nada que agregar pasa la palabra con el gesto, y así sucesivamente hasta que la conversación muere naturalmente cuando ya nadie tiene algo que aportar. Las charlas no suelen durar mucho, los habitantes de la isla tienen mucho respeto por el silencio.
"El detalle del ademán fue clave para mi investigación -dice João Da Cabeça. Cuando averigüé sobre el gesto me dijeron que es como si se pasasen la vara ritual que es usada en las ceremonias matutinas de la interpretación familiar de los sueños, donde cada uno cuenta su sueño pasando la vara de miembro en miembro de la familia". Al ser un pueblo de pescadores, cuentan sus tradiciones que lo primero que se utilizó como objeto ceremonial fue un pescado. "Los baraquenses están en peligro de extinción desde hace tiempo -explica el antropófilo. El paso de utilizar la vara en lugar de un pez sucedió cuando vieron que los peces escaseaban. En efecto, rara vez se pesca algo hoy en día en las costas de Hybaraqui. La escasez es el pan de cada día en la isla; incluso la escasez de palabras".
Según João Da Cabeça la acción ritual de pasar la palabra se extendió, de una manera insólita, también al lenguaje cotidiano y el paso de la vara se reemplazó por un gesto. El hecho de hablar por turnos pudo haber generado la brevedad de sus enunciados para no hacer esperar al prójimo, pero esto también trajo otra consecuencia: la brevedad debería ser acompañada de la profundidad y de sentido. Todavía los estudios metaquinéticos se hacen esperar para corroborar si esto puede suceder, aunque se cree grosso modo que quien habla menos se esforzaría por contribuir cosas profundas cada ocasional vez que lo hace.
"Las conversaciones de los baraquenses se podrían describir como un ping-pong de proverbios -dice el distinguido antropófilo. La razón por la que hay interferencias entre ellos y nosotros es que ya casi carecen de conectores y otras partículas gramaticales para decir párrafos o monologar por largo tiempo; son practicamente incapaces de explicar algo detalladamente ya que su lenguaje sólo les permite expresar conceptos a grandes rasgos. A consecuencia de esto, son muy sabios -observa João- ya que se limitan a decir cosas importantes. Sus charlas rara vez sobrepasan el minuto, a menos que el caso sea el de dos personas que se están conociendo o de dos enamorados que deleitan sendos oídos con poesía."
Esta sabiduría adquirida a través de los años les ayudó a conocer las prioridades para la vida y la supervivencia; creando el mejor arma para enfrentar la pobreza de recursos. Tal vez deberíamos intentar imitar a estos isleños y dejar de hablar tantas frivolidades. Si habláremos menos, adquiriríamos conciencia de los que es verdaderamente importante y lo que es realmente verdadero y así poder sobrevivir a nuestro peor enemigo: nosotros mismos.