jueves, 31 de marzo de 2011

Confesiones de un ser humano

"Lo importante es no dejar de cuestionarse".
Albert Einstein

En la sociedad estoy bien visto. Si preguntas por mí a quienes me conocen, dirán incluso que soy bueno. Seguramente listarán mis valores y virtudes. Y es cierto, no parezco malo. No me gusta dañar. Prefiero la paz. Prefiero no sembrar la discordia. ¿Pero saben qué? Quiero contarles un secreto:

Un día horrible como hoy, camino al trabajo, vi a una mujer en silla de ruedas, y no había nadie al rededor para que le ayude; yo tampoco le ayudé. Me sentí muy triste pero en seguida estuve en mi oficina calentando mi silla. Ese mismo día, a una compañera de oficina había olvidado su teléfono celular en su asiento tibio. Cuando advertí esto, lo metí en mi maletín y lo llevé a mi casa.
Una vez que llegué a mi casa, fui al baño. El dolor de estreñimiento se hacía sentir; había olvidado el asunto del teléfono hasta que revisé mi maletín para sacar una revista. Palpé el celular y lo recordé. Miré sus fotos... No coincidía con el estilo de belleza que me gusta, pero era joven. Revisé sus mensajes; nada relevante... cosas como "Estoy yendo" o invitaciones para tomar mate. Me fijé quién le enviaba más mensajes:"Margui, Margui, Tía Estela, Margui, Rochi, etc... ". "¡Perfecto!" me dije, "al parecer no hay hombre, sólo amigas". Escudriñé su lista de contactos, y llamé a quien más figuraba en su bandeja de entrada: "Margui". Contestó la llamada en seguida:

_"¿Hola?" -dijo con desconfianza.
Había dudas en su tono de voz. Me puse nervioso por eso.
_"Encontré este celular... Eh... y quiero devolverlo."
_"¡Uf!¡Por fín!" -suspiró- "Estábamos buscando ese celular".
_"¿Usted conoce al dueño?" -dije, haciéndome el desentendido.
_"Sí, es amiga mía. Se llama Fátima"
_"¿Fátima? Creo que la conozco".-siempre haciéndome el que no sabe nada.- "¿No trabaja en una oficina por la calle Alvear?".
_"¡Sí, sí, ella!Una de pelo castaño que siempre lleva un camisa celeste." -replicó con entusiasmo.
(Nunca presté atención al detalle de la camisa).
_"Ah, yo trabajo ahí. ¡Claro! Con razón lo encontré ahí cerca" - dije procurando ocultar mi artimaña (qué imbécil).
_"¿Querés que lo pase a buscar?" -dijo muy amablemente.
_"No, no, no, dejá no más. Yo mañana se lo llevo. Gracias"
_"Bueno, muy amable, gracias".

Obtuve lo que quería, dijo que era "Muy amable". Ahora llamemos a otra persona: "Rochi"

_"¡Qué pasa, negra!"-dijo con confianza.
_"No soy tu amiga" -le contesté en seco, como ya acostumbrado a la situación. Y para que no parezca un secuestro agregué -"Encontré este celular por ahí, y quiero devolvérselo a su dueño."
No voy a ahondar en lo que pasó en esta conversación. Procedí parecido a la otra charla. Hasta que agradeció mi loable iniciativa de devolver el aparato. Me sentí satisfecho, pero además, no podía gastar más crédito.

Al día siguiente cuando fui al trabajo, no vi a la señora en silla de ruedas. Me alegré de no tener que ignorarla. Era un día nacido para ser glorioso. Pero no encontraba a Fátima y eso me llenaba de ansiedad el estómago. Cuando ya mi silla alcanzó una temperatura considerable, la vi sentarse lejos de mí, como siempre. En realidad nunca habíamos hablado antes. Y aunque sí sabía su nombre, me hice el desentendido.
_"¿Vos sos Fátima, no?".
_"Sí". -contestó naturalmente.
_"Ah. Yo encontré tu celular" -para disimular mi estúpido rostro triunfante, me apresuré a abrir mi maletín para sacar el teléfono.
_"¡Ay! ¡Gracias!" -exclamó estirando todas las "aes" de la frase. Me abrazó frente a mis compañeros de trabajo.
_"Nah, de nada" -repliqué como si fuera cosa de todos los días, con ese tonito de argentino ganador.
Lección: "¿De qué sirve ayudar a una señora en silla de ruedas si nadie está mirando, nadie va enterarse y encima es fea y aplastada?"
De paso me gané el aprecio de Margui y de Rochi. Cuando las conocí me parecieron tan carentes de inteligencia, que durante todo el encuentro bebí, fumé y luego me fui sin haber hablado.

Sí, es cierto. Soy un ser repugnante, abyecto, de mente morbosa. Mis zapatos huelen terrible y mis pensamientos también. Esos grandes ideales que digo tener, son pura máscara. Tengo hongos en mis pies. Dentro de mi casa no hago nada de lo que digo hacer. No me importa gran cosa lo que los demás opinen. A veces me dan ganas de mandarlos al diablo a todos. ¿Saben por qué? Porque son todos unos hipócritas. Porque estos secretos no son solamente míos si no de casi todo ser humano, pero nadie habla acerca de ellos. Yo sí me atrevo a hablar de ellos.

Me molesta mucho esa gente que dice frases como "porque la gente esto", "la gente es aquello". ¿Qué se creen? Ustedes también son "la gente". ¡Háganse cargo, hipócritas! La gente no reflexiona sobre esto. Y yo soy uno de ellos. ¿Qué me creo? ¡Yo también soy "la gente"! Pero sin embargo amo a la humanidad. Mis sentimientos humanitarios y pacifistas son grandes. Tan grandes como la parte oscura de mi personalidad.
¡Claro!¡Ahora soy yo el diablo! ¿Cuánto apostamos a que si a una persona cualquiera se le dice que es mala, lo negará a muerte? Pero yo soy transparente, decidí desnudarme frente a todos. Soy esto. Soy una basura como todos, soy un tesoro como cualquiera.

Descripción poética de hoy por la mañana

Anoche me acosté tarde,
pero desperté temprano
ya que había soñado
que un ser querido fallecía.
Quise escribir poesía
mientras mis oídos duelan,
porque el silencio nunca hiere
y los sonidos rechinan

No quiero oírte, radio.
No quiero oírte, ruido.
Soñé que un amado corazón
dejaba de latir;
ahora pienso que a ese sonido
siempre quisiera oír.

Por más dolor en el oído,
por más tamaña desazón.
Quisiera oír siempre el latido
de tu amado corazón