sábado, 25 de agosto de 2012

La inconflictuosa historia de los Drémlos


Había una vez un drémlo muy macanudo
al que le gustaba flatufar con su flatugrudo.
—su nombre era Grenfunclo.

No había tarde en que Grenfunclo no jugase
Con su flatugrudo hasta que la noche llegase.
Grenfunclo era el drémlo más feliz del planeta
Y aún más cuando comía yermódegos a la vinagreta.
—Sin embargo,
no era de ningún otro drémlo causa de envidia
Ya que en la alegría toda la Dremlidad vivía.

Grenfunclo flatufaba sin parar hasta que un día
Vio pasar a un viajero volante que graznía:
“¡Lejos en el norte, he visto mil mogrones piruetear
Más allá de las montañas, hay huacandidos de todos colores
En el Wakahla hay cataratas muy brahmantes
Y lugares exquisitos para los amantes”

Desde entonces Grenfunclo se acopló al viajero
Y juntos aventuraron un siglo entero
Por aquí y por allá, enseñando el arte de flatufar
A otros drémlos de otras tierras que gustaban de disfrutar.