lunes, 10 de noviembre de 2014

Démones

Los veranos continúo lo que dejé de hacer el anterior verano.
Los inviernos soy devuelta el que soy cuando es invierno.
Abril y Mayo traen alegrías, sin importar lo que suceda.
En Cáncer me encierro en el laboratorio del sótano,
a despedir humos y vapores alquímicos.
Escorpio es como un temazcal anual. Un atanor deseado.
Entre Sagitario y Capricornio; siempre la misma fantasía polvorienta
de calor; de olor a libertad y recuerdos de las fiestas anteriores.

(Los vecinos han perdido su religiosidad.
Botellas de cerveza y de vino rotas en el asfalto
y alarmas, sirenas, suenan y titilan su luz artificial
Sobre las paredes, pálidas de susto nocturno...
Hacen que las fiestas parezcan una taquicardia social.)

Más allá de eso
me doy cuenta que las circunstancias nos influyen.
Nos manipulan de una forma que puede describirse como perversa.
Como si hubieran démones, cuya travesura es
cambiarnos el escenario, para ver como actuamos.
Y lo que más les da risa, no es cambiarnos bruscamente la escenografía para desorientarnos;
Lo que tanto les da gracia, es ver como volvemos a actuar igual
siempre igual

cuando nos devuelven la escenografía anterior.