_El espacio era amplio, blanco, limpio y tenso.
_El hombre en total silencio se sentó frente a ese mueble barnizado de luto, cuadrado y frío: el piano. Ella tomó asiento en un suspiro cuyo significado era: "Esto no va a funcionar. Quiero irme". Pero sucedió que aquellos rectos dedos de aquél hombre inexpresivo cayeron sobre las teclas solemnemente rectangulares. El sonido invadió la sala y el acorde se apoderó de dos corazones solitarios. El espíritu de ambos se elevó.
_El hombre de rostro inmutable se movía levemente mientras tocaba. Su rostro era una muralla y la música representaba lo que sucedía allí, detrás del muro. La música expresaba lo que él, con palabras, no se animaba a decir.
_Caían sus dedos sobre las teclas. Caían lágrimas sobre sus pieles y sus ropas.
_La sonata terminó. Ella se acercó y lo abrazó. Los dos quebrados no se dijeron lo que sentían el uno por el otro. Pero no hizo falta.
_"Vuelvo el Jueves por la tarde" dijo ella, y se fue.
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