miércoles, 1 de diciembre de 2010

El lugar en el que nunca imaginaste que estarías

_De repente estás ahí, en ese lugar en el cual nunca imaginaste que ibas a estar. Anteriormente le hubiera costado a tu imaginación dar una descripción de este entorno, pero ahora sabes exactamente qué se siente. En tu pecho hay una extraña satisfacción por haber roto la vieja rutina que había perdido su sabor. Pero te sentís tan ajeno a este paisaje, a este ambiente, a estos sonidos que tus pies son columnas que vibran. En el aire hay tensión y suspenso. Hay algunas miradas que intimidan ¿Cómo llegaste hasta ahí? Es como si hubieras atravesado una puerta transdimensional, pero no sabes en qué momento la atravesaste.
_Te envuelve completamente este nuevo ámbito que se desenvuelve en lo que al parecer no son paredes y techos pues dan la sensación de agrandarse infinitamente y achicarse hasta la insignificancia. Yaces ahí, en la misma posición que la anterior pero con leves modificaciones. Ya olvidaste si el Sol brilla aún o si la noche cayó. No te importa.
_¿Realmente querés estar ahí? ¿Eso te hace feliz? ¿Existís? ¿Cuando servirán la merienda? Eso es lo que te preocupa porque tenés hambre. Sin embargo no tenés suficiente confianza con los que están allí como para pedirles un tentempié.
Todo es raro. Especialmente ese objeto cuyo nombre exacto ignoras. Está a unos metros, aparentemente se mueve, pero no; solamente llama tu atención por pertenecer a un universo ajeno a tu mente. Atrae tu mirada pero también te molesta: perturba tu vista.
_Vas observando cada detalle de este nuevo cuadro que a tu juicio fue pintado por un artista de origen extragaláctico. Pintor que, dicho sea de paso, era un folclorista ortodoxo que únicamente se refería a costumbres autóctonas de su país, aunque, por el contrario, a vos te parece un collage dadaísta de la vanguardia más heterodoxa que tus sentidos puedan concebir.
_Y cuando estas por hacer lo que estabas por hacer, justo antes de decirle lo que estabas por decirle a quien te parecía -por su fisonomía y apariencia- el más adecuado para dirigirle esa palabra que estabas por pronunciar... ¡Lo olvidaste todo! Porque te asalta una necesidad más urgente, y al mismo tiempo te urge una necesidad asaltante. Miras hacia atrás y entonces...
¡El horror!:
Estás atrapado en lo que se asemeja mucho a una suerte de laberinto mal hecho, con paredes indefinidas . . . O tal vez no hay paredes y por esa misma razón te echas a correr, y corres hasta que logras salir de ahí, de ese hechizado lugar en el que nunca hubieras imaginado que estarías.

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